Todos tenemos un ser muy querido que tenemos miedo a perder. No importa si es por una enfermedad, accidente o porque la vida termina, siempre duele.Siendo yo niña una de las cosas que me hacia llorar de tristeza en la noche, era saber que algún día mi Abuelita me dejaría, que me quedaría sin ella. Mi Abuelita fue una mujer de salud de hierro de esas de antaño, nació en 1921 y había tenido y criado a 13 hijos vivos, fue madre desde los 22 y hasta los 41 años cuando fue su último embarazo, saco a toda nuestra familia adelante, fue una mujer sumamente inteligente, amable, risueña, bondadosa, caritativa y muy trabajadora. A lo largo de su vida presencio innumerables milagros y siempre fue devota de Dios, tendió sus manos y su corazón cuantas veces fue necesario para ayudar a los que la necesitaban.
Poco después del 10 de mayo del 2009 mi Abuelita fue internada en el hospital, tuvo un tipo de choque diabético, tenía 87 años en ese momento. Paso tres días en urgencias, estaba consiente pero poco estable, por eso no la podían pasar a piso, sin derecho a visitas solo a verla de 5 a 10 minutos para darle sus alimentos. Yo quería correr al hospital desde que me enteré, pero con mi hijo menor de poco más de 5 meses, mi familia me decía que esperara, en la noche del tercer día, un tío muy querido me ofreció quedarse en la sala de espera hasta el momento de darle sus alimentos, y avisarme en cuanto tocará para que yo pasará aunque fuera esos preciados minutos, afortunadamente el cuarto día en la mañana por fin paso a piso y comenzó a recibir visitas, yo fui una de las que corrió a verla ese día.
Después de ese episodio en que toda la familia se asustó, fueron 8 meses de decaimiento y sufrimiento físico para mi abuelita, en esos meses trate de estar a su lado cuanto me fue posible pero te pasan muchas cosas por la cabeza en una situación así, y meditaba: ¿cuándo será el último momento que pase a su lado?, ¿qué debo decir cuando este con ella?, ¿cómo actuar?, como si pudieras hacer el guion perfecto y llenar todos los posibles huecos y hacerte la fuerte y pensar y pensar que harás si sucede lo que tiene que suceder. Pase esos meses yendo y viniendo de acuerdo a sus recaídas, que no pasaban de sustos para todos los que la cuidaban día a día (aquí un gran agradecimiento a mis tíos, mi madre y mis dos hermanas mayores)
Me llenaba de mucha frustración y desesperación el visitarla y tener que estar siempre pendiente de mis hijos, porque sentía que no podía volcarme con la suficiente dedicación, por tener a mis dos niños necesitándome tanto. Los meses finales del 2009 fueron muy duros económicamente para mi familia, cosa que hizo aún más dura la tarea de estar al lado de mi Abuelita, sin embargo cada que sentía mucha necesidad de verla, casi obligaba a mi esposo a llevarme a su casa (tengo que agradecer desde el fondo de mi corazón todo lo que hizo mi esposo por mi y toda mi familia durante ese tiempo).
Un día de esos me dispuse a despedirme de mi Abue, y decirle todo lo que sentía mi angustiado corazón, tenía cerca de 5 años antes en los que cada vez veía con más claridad que ella era la mujer que más admiración y orgullo me inspiraba, solo que nunca se lo había dicho. Ese día platicando con ella y “acomodando el terreno”, se me hizo evidente como nunca su cansancio y que en su estado ya estaban demás mis ansias y mi terror de perderla sin decirle todos mis sentimientos agolpados. Acepte que había llegado tarde y que ahora mi función era escucharla, atenderla y pasar ratos agradables a su lado.
Mi Abue cumplía años el primero de Enero, yo esperaba con ansias estar con ella en su cumpleaños número 88 pero para colmo mis dos hijos estuvieron constantemente enfermos de gripa desde que comenzó el invierno y desde el 26 de diciembre habían caído con una espantosa tos los dos, impidiéndome estar a su lado ese día. El mes voló y solo pude verla 2 veces antes de que tuviera la última de sus recaídas. El sábado 30 de Enero, sufrió una embolia que la dejo inconsciente, se paso 3 días en el hospital pero aún ahí fue de hierro, espero pacientemente y con entereza, para regresar a su casa, regresó en una semi-conciencia pero ya no despierta.
Esa noche sabia que al día siguiente nada me impediría visitarla yo deseaba y necesitaba hacer por mi Abuelita, por mi madre primordial lo siguiente: Deseaba sostenerla entre mis brazos, así como ella me sostuvo en los suyos cuando yo aprendía a caminar, deseaba asearla, así como ella me bañaba de niña, deseaba darle de comer igual que ella me preparaba y me daba alimento, y con esto en mente esperé la siguiente mañana. Ahora yo sería el sostén firme de mi abuelita, ahora que ella me necesitaba fuerte, como un pilar no la dejaría sola.
A la mañana siguiente amaneció nublado, húmedo, ventoso y muy frio me disponía a ir a su casa pero ante el clima mi esposo y mi hermana me dijeron que mejor esperará por los niños, fue mi Tío y una amiga muy querida quienes me sacaron nuevamente el valor para pasar sobre todo y todos, hable con mi tío con el corazón en la mano y él me dijo: No esperes, ven hoy.
Mi pobre esposo debió pensar que estaba loca, pero no acepte un no como respuesta y me llevo con todo y niños a ver a mi Abue, esa tarde paso volando, mi Abuelita estaba hermosa, cálida, con un rostro sereno, parecía que dormía, mis tías y tíos entraban y salían de su cuarto que le habían aclimatado, yo entre varias veces y en estas entradas hice milagrosamente cada una de las cosas que necesitaba, ayude a acomodarla, le limpie su rostro y sus labios y ante el nerviosismo de mis tias, le di su alimento y té por la sonda, no fue sino hasta mucho después que caí en la cuenta de lo que pase esa tarde.
En una de esas entradas no sé cómo, me quede sola con ella, para decirle por fin acariciando su cabello y tomándole su mano, que era la mujer de la que más orgullo y admiración sentía, que no esperará más a nadie, que si era su momento nos dejara, que ya había hecho suficiente por todos nosotros, que nos había enseñado mucho y ahora era nuestra responsabilidad seguir adelante con nuestra vida, y que además todos estábamos unidos con ella y por ella. Ese jueves regresé a mi casa pues no pensaba que a mi Abue le quedaran horas de vida.
Mi Abuelita falleció a las cinco de la mañana del viernes 5 de febrero del 2010, rodeada de su hijos y en su casa, calientita y amada.
En memoria de la mujer más grandiosa de mi vida, fue todo un orgullo, un placer y un honor haber sido tu nieta. Gracias Abuelita por todo, aún te extraño.